Las Rocas, carrozas llamadas así por pertenecer originariamente al Capellán de las Rocas; son sacadas a las calles de Valencia en el acto conocido como "traslado de las Rocas", que se efectúa en la antevíspera del corpus y quedan expuestas ese día al aire libre, lo que supone un gran estrés para estas piezas pues: por un lado son sacadas a mano de la "casa de las rocas" para ser arrastradas por personas o enganchadas a caballos a lo largo de su recorrido; por otro lado, independientemente de la situación metereológica, permanecen sin resguardo, expuestas todo el día.
El pasado jueves 26 de marzo hicimos una práctica de campo dentro del museo donde se guardan estas carrozas, aprovechando la circunstancia de que desde hace varios años es el DCRBC el encargado del mantenimiento y restauración de estas piezas. La práctica estuvo coordinada por Jose Manuel Simón, técnico del departamento encargado de su mantenimiento anual, y Jose Vicente Grafiá, profesor responsable de escultura.
Los alumnos de Proyectos II de Restauración pudimos participar activamente por un día en estas labores de mantenimiento que consistieron en, sobre todo, eliminar el polvo y la suciedad acumulados, teniendo siempre la precaución de no dañar las partes más sensibles de las rocas, pues los estados de conservación son muy variados, y podemos encontrar desde pintura desprendiéndose, hasta una pieza en condiciones muy buenas debido a una restauración reciente.
También hicimos tratamientos puntuales de consolidación con acetato de polivinilo por inyección en zonas donde había peligro de desprendimiento de la pintura, y también se desinsectaron algunas zonas como las partes inferiores de las rocas, que corresponden a la estructura y que presentaban evidencias de ataque de xilófagos.
El trabajo que realizamos fue sobre todo en equipo, y pudimos hacernos una idea del tremendo esfuerzo y trabajo que requiere la restauración y conservación de obras de este tamaño y que año tras año se mantienen en las condiciones menos favorables para su salvaguarda, un aspecto contra el que el restaurador nada a contracorriente, pues no debemos olvidar que la funcionalidad de este tipo de obras es lo que hace que tengan un valor especial, y nuestra misión ya no es solo la restauración, sino hacer posible que cada año cumplan con su cometido (estemos de acuerdo o no).
Los alumnos de Proyectos II de Restauración pudimos participar activamente por un día en estas labores de mantenimiento que consistieron en, sobre todo, eliminar el polvo y la suciedad acumulados, teniendo siempre la precaución de no dañar las partes más sensibles de las rocas, pues los estados de conservación son muy variados, y podemos encontrar desde pintura desprendiéndose, hasta una pieza en condiciones muy buenas debido a una restauración reciente.
También hicimos tratamientos puntuales de consolidación con acetato de polivinilo por inyección en zonas donde había peligro de desprendimiento de la pintura, y también se desinsectaron algunas zonas como las partes inferiores de las rocas, que corresponden a la estructura y que presentaban evidencias de ataque de xilófagos.
El trabajo que realizamos fue sobre todo en equipo, y pudimos hacernos una idea del tremendo esfuerzo y trabajo que requiere la restauración y conservación de obras de este tamaño y que año tras año se mantienen en las condiciones menos favorables para su salvaguarda, un aspecto contra el que el restaurador nada a contracorriente, pues no debemos olvidar que la funcionalidad de este tipo de obras es lo que hace que tengan un valor especial, y nuestra misión ya no es solo la restauración, sino hacer posible que cada año cumplan con su cometido (estemos de acuerdo o no).
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