jueves, 3 de noviembre de 2011

Menos es nada


Un año más felicitar a Iván, el autor del blog Luz Rasante, por los magníficos artículos que nos expone. Es todo un maestro.
he seleccionado uno que me llamó la atención sobremanera

http://www.luzrasante.com/sin-muchos-comentarios-andamio-asiatico/#comments
y os he seleccionado el comentario crítico de una de mis alumnas de este año que me ha parecido muy bien expuesto y enfocado


El título y la fotografía lo dicen todo.
Hoy en día, en nuestro país, pondríamos el grito en el cielo si alguien nos propusiese
trabajar en un andamio sin las medidas de seguridad adecuadas o necesarias. Pero,
¿qué es lo necesario? Hace 50 años, 100 años, el nivel de exigencia era otro. Entonces sí
subían a andamios de madera apuntalados en la pared, sin barras de seguridad, ni arneses.
La fotografía a la que se refi ere Fernando en su comentario nos lo demuestra. El
conocimiento y los avances técnicos hacen que seamos más rigurosos, más analíticos,
más conscientes. También el tener más cosas hace que queramos más cosas. Qué les
vamos a decir a estos trabajadores indios que están subidos en un andamio de cañas,
sin ninguna medida de seguridad. ¿Que compren arneses? ¿Con qué dinero? Son sus
vidas las que ponen en peligro cada día al subir al andamio, y también su decisión la
de hacerlo o no. Luego ya está el tema del contratante, y de que éste debería cuidar de
sus trabajadores y proporcionarles medidas de seguridad. Pero además está el miedo.
Quizá los trabajadores piensan que si se negasen a trabajar en determinadas condiciones,
podrían perder el puesto de trabajo. Hablamos de otro país, y de otra cultura, y
puede que las cosas no funcionen como aquí. Y de todos modos, no quiero meterme en
“política”. Desde luego, lo que tengo claro, es que yo exigiría siempre un mínimo de
seguridad.
El otro gran tema que se me plantea al ver esta fotografía es el de las restauraciones
adecuadas e inadecuadas. Estamos un poco con lo mismo. Hace 100 años, hace 50, incluso
menos, pongamos 25 años, los medios no eran los mismos, las técnicas conocidas,
los productos, la tecnología y los avances científi cos, evidentemente, tampoco eran los
mismos. La metodología, la investigación en el campo, el criterio de mínima intervención
que se sostiene actualmente. Aquí, en España, se realizaron multitud de procesos
de “restauración” que lejos de ser favorables para su conservación, han terminado por
resultar perjudiciales para las obras de arte. ¿Qué ocurre cuando hoy día, en países
como la India, se acometen procesos de restauración con pocos medios, como el que
estamos viendo en la fotografía? Nos encontramos ante el siguiente dilema: ¿Qué es
mejor? ¿Restaurar como se pueda? ¿O no restaurar? Pienso que gran parte de los problemas
que tienen las obras de arte hoy día, han sido causados por el hombre. ¿Qué
son los tan numerosos repintes sino intervenciones de “restauración” desafortunadas?
¿Los numerosos parches mal colocados que encontramos en pintura sobre lienzo, que
casi siempre están causando tensiones a la obra? Arranques de pintura mural. Limpiezas
exageradas. Tablas agrietadas a causa de los embarrotados colocados en su reverso.
Podría seguir. Qué hacer cuando faltan medios. ¿Restauramos con lo que tenemos y
con lo que podemos? ¿No restauramos? ¿Depende de la estabilidad de la obra? Siempre
he pensado en esas piezas que han llegado en buen estado hasta nuestros días y en
muy pocos años se han deteriorado. ¿Por qué? ¿No habremos sido nosotros los culpables,
aunque sea en cierto modo? Observando de nuevo la fotografía, pienso que quizá
sea mejor no tocar una pintura mural que pasarle una rama de palmera para quitarle
la suciedad, porque quizá con la suciedad la rama también arrastre película pictórica.
Qué se debe hacer o no hacer, cuándo hay que intervenir y cómo, y cuándo es mejor no
hacerlo. Esa es la labor que nosotros, los restauradores, con nuestros conocimientos y
nuestro criterio, debemos llevar a cabo.
Cristina Marco



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