jueves, 7 de abril de 2011

LOS PRINCIPIOS ÉTICOS DE LA RESTAURACIÓN PUESTOS EN JAQUE

Al acometer una intervención de conservación y restauración sobre una obra nos exigimos y se nos exigen una serie de principios básicos o deberes a seguir, como el respeto a la originalidad de la misma en su vertiente histórico-artística, la reversibilidad de los productos empleados (actualmente matizado a retratabilidad de los procesos), la discernibilidad de los tratamientos, etc. Damos por hecho que estas premisas concluirán con una intervención bien realizada sobre la obra, pero no solo referido a un buen hacer en la materialidad de esta, sino referido a la conducta del operario y los principios éticos de su profesionalidad.















Como estudiante del Máster de Restauración en la Universitat Politècnica y como valenciano, he seguido con admiración la intervención de la obra de Palomino en la Real Basílica de Ntra. Sra. de los Desamparados de Valencia y con ella la de sus fondos pictóricos y escultóricos, entre los que destacan obras de la talla de Jerónimo Jacinto de Espinosa o Gaspar de la Huerta. Pero nos centraremos en una Inmaculada Concepción anónima del siglo XIX, violentada en la guerra civil española causándole la pérdida de la zona del ojo izquierdo además de desperfectos en los querubines que la rodean. A pesar de ser una obra anónima cercana al 1850, su composición está basada en otra Purísima desaparecida de Espinosa, de la que podemos afirmar que el autor copió el dibujo, sobretodo el paisaje con la letanía lauretana y la figura de la Virgen, sirviendo de gran ayuda una fotografía existente de la obra perdida para realizar su restauración, reintegrando el ojo faltante con técnica puntillista y discernible a poca distancia, devolviéndole a la obra la unidad que le faltaba, respetando en todo momento la originalidad de la representación.


Una década después, en una visita a la Basílica observé que esta Inmaculada ya no miraba hacia arriba, siguiendo la iconografía archiconocida de Murillo, sino que ahora miraba al espectador con una gran inexpresión, fruto de una escasa calidad pictórica. Para mi sorpresa, el rostro original de la Virgen había sido repintado con muy poco acierto e invadiendo gran parte de la película pictórica original. ¿Dónde están los principios de respeto hacia la integridad de la obra original?, ¿qué fue de la mínima intervención?, ¿De la historicidad y artisticidad?, ¿Reversibilidad?, ¿inocuidad?, ¿ética de la restauración? etc., la lista de principios básicos pasados por alto y que entran a debate es tan larga como la letanía de la propia Inmaculada representada a sus pies. ¿Qué debemos hacer ante un caso como este?, pues era una intervención realizada bajo todos los parámetros establecidos, publicados además en la memoria de la intervención, aprobada y difundida, por lo que observamos una doble moral en las intervenciones: Restauración con rigor y además difundida, pero supeditada al gusto que pisotea todo el saber y profesionalidad con la que se ha tratado la pintura.

Aquí dejo abierto el debate y para concluir, enfatizaría en los derechos que tiene la propia obra de arte a subsistir, pues no hay factor de deterioro peor que el antrópico, el producido por el propio ser humano que es quien puede conservar las obras para su disfrute o bien condenarlas, perdiendo estas su identidad. Nunca deberemos distinguir obras de arte de primera y de segunda a la hora de su conservación y restauración.

 
JUAN VICENTE MARTÍ ARQUIMBAU



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Son interesantes todos estos puntos de vista, pero no debemos creernos dueños de obras que no nos pertenecen si se ha vuelto ha intervenir esta obra sera por algun motivo. No nos creamos en el derecho de juzgar el trabajo de otros ya sea de un profesional o de algun aficionado.

Victoria Vivancos Ramón dijo...

esto es un ataque integrista!!!!!!!!

Anónimo dijo...

Calificar de intervención a este repinte sobre la restauración, es cuanto menos benévolo..
No es cuestion de juzgar por que sí, sinó de tener criterio como restauradores e ir asta el final con ellos. Motivos para que haya ocurrido esto pueden haber muchos, pero que sea correcto es otra cosa.

JuanVi

Anónimo dijo...

Por muy bienintencionada que se llevara a cabo esta reconstrucción, no puedo dejar de verla como un considerable atentado a la propia obra y un insulto a su artista original.

Tras aquella inicua restauración a la que fue sometida…

Pobre Inmaculada…

Ahora sin voz alguna…

Quizás esta inexpresividad sea fruto de la tristeza que siente por tener que ver pasar los días contemplando a quienes fueron responsables de su desgracia.

CriS