jueves, 7 de abril de 2011

Comentario a Not lining in the XXI century: attitudes to the structural conservation of canvas paintings by Paul Ackroyd, Alan Phenix and Caroline Villers. Marian Borrego. Abril 2011.

Hemos vivido una tremenda evolución en cuanto a técnicas y materiales relativos a reentelados desde la conferencia de Greenwich de 1974, pero sobre todo se ha visto un gran cambio de actitud, centrado en cuestiones tanto prácticas como éticas, como recogen los autores de este artículo que resume las encuestas sobre entelados realizadas a profesionales de la restauración desde el año 1975 hasta el 2001, así como los criterios y preferencias sobre el tema en los cinco continentes.

Se comienza la época de cambios con el citado congreso y el meeting del ICOM-CC celebrado en Venecia al año siguiente, donde apreciamos cambios de gusto y necesidad de experimentación con los nuevos procesos de entelado que surgen a la par que los avances científicos ya a finales de esa década pero sobre todo a lo largo de los años ’80, en un auge sinfín hasta nuestros días, a la vez que la concienciación sobre efectos futuros altera si no todas las conciencias, la mayoría.

Al margen de la limitación lingüística que este tipo de encuestas ha debido sufrir en países tradicionalmente ajenos al conocimiento de lenguas anglosajonas como es nuestro caso, extraemos varios puntos interesantes de reflexión sobre dicho artículo. El más relevante es la mencionada transformación científica que acompaña al uso de nuevos materiales y técnicas de entelado en detrimento de aquellos que han sido demostrados menos eficaces o incluso nocivos para nuestra profesión y en particular para las obras a intervenir, si bien en ocasiones la teoría de la restauración es tímidamente reconocido que no acompaña la práctica de la profesión.

Este renovado interés experimental que acompaña a todas las ciencias sin distinción basa su premisa fundamental en el conocimiento a priori del objeto a tratar, sin la aplicación de medidas tradicionales como las realizadas por la vieja escuela, siendo por caso aquella necesidad de entelar toda obra por sistema. Es en este punto de conocimiento del objeto o artefacto, como tanto gustan los británicos decir, donde dedico especial atención a un investigador para todos conocido, Marion Mecklenburg y la apertura de visión que nos propone. Ya no debemos enfrentarnos a una pintura como si de cualquier objeto inerte se tratara. Éste objeto, con un inicio definido en la historia pero sin un final predecible, está formado por una conjunción de capas que se comportan mecánica y físicamente de modo diverso y variable atendiendo al ambiente que las rodea, al igual que sucede en un ecosistema, el cambio brusco en cualquier parámetro de tipo termohigrométrico merece una consabida atención.

Para concluir, huelga decir que sólo desde el conocimiento profundo de la profesión lograremos ese necesario respeto hacia el objeto y frente a ajenos a este mundillo, pero no sólo referido al conocimiento en las altas esferas -conferencias y artículos científicos- sino del conocimiento que parte de reconocer al otro, el profesional-competencia y sus métodos de intervención. Es en ese reconocimiento del otro donde reside parte de nuestra esencia profesional, un conocimiento que debe compartirse y darse a conocer abiertamente, sin más secretismos, incluso en formato de encuesta.
Marian Borrego

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