lunes, 11 de abril de 2011

REFLEXIONES SOBRE LA PROFESIÓN

A raíz de la lectura y debate en torno al artículo“Not lining in the twenty-first century: attitudes to the structural conservation of canvas painting” de Paul Ackroyd, Alan Phenix y Caroline Villers, se ha podido concluir que existe una evolución constante en cuanto a principios, actitudes, metodologías y prácticas en la profesión.

Se ha pasado de un saber puramente empírico y un tanto hermético a una formación especializada, regulada respecto a una serie de principios éticos, interdisciplinar y científica, que aboga por la difusión y divulgación de resultados, aunque el fin último siga siendo el mismo, preservar las obras. Sin pretender hacer una crítica de las intervenciones y tratamientos pasados, pues estos se han hecho de acuerdo a un tiempo concreto, con los medios de los que se disponía y con la mejor intención, se trata de valorar el conocimiento y conclusiones que se han extraído de estas prácticas, que han propiciado una importante transformación en vistas de configurar, perfeccionar y profesionalizar la compleja actividad conservadora-restauradora.

El nacimiento de la profesión propiamente dicha es relativamente reciente y su evolución es constante, ha ido madurando sobre su corta perspectiva histórica y de los errores, muchas veces traumáticos, que han causado algunas de las intervenciones pasadas. Por ello, la práctica de la conservación-restauración debe someterse a la continua investigación, renovación y replanteamiento de muchas cuestiones aceptadas como válidas, con el objetivo de progresar, desempeñar la profesión de una manera cada vez más adecuada y eficaz y transmitir el patrimonio en las mejores condiciones a generaciones futuras.

Otro punto interesante de este debate, ha sido la posibilidad de poder contar con asesoramiento, asistencia en varios niveles y gestión de condiciones de trabajo, siendo conscientes del vacío que hay en la profesión tanto en el ámbito local como nacional en lo que a asociaciones y colegios profesionales se refiere.

Es evidente que el devenir traerá consigo nuevas cuestiones, pero debe tener presente que la única actitud atemporal es el máximo respeto hacia la obra, el sentido común, la responsabilidad y la honestidad profesional.

Clara Gómez González

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